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Imagen 1 de Isabel Allende: «Ya llegué al tope de donde se puede llegar y ahora me retiro. Solo quiero escribir»
Cuando era pequeña, Paula -la hija de Isabel Allende a quien la autora dedicaría una de sus obras más célebres tras fallecer en 1992- tenía que ir al dentista. Su madre le advirtió que iría a recogerla al colegio y que no se subiera al transporte escolar, pero Allende lo olvidó por completo porque estaba trabajando. En su casa no había teléfono fijo y, por supuesto, tampoco móviles. «La maestra llamó a todas partes. Hasta que Paula le dijo: 'Llame a mi abuelo, que es príncipe y vive en un palacio '. Ella solo se sabía de memoria tres teléfonos y ese era uno. La maestra lo hizo y le contestaron: 'Buenas tardes, palacio de la Moneda'. Se quedó de piedra, pero es que mi padrastro trabajaba allí, en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Fue a buscarla en gloria y majestad, en una limusina oficial flanqueada por dos banderas chilenas. Paula nunca se olvidó de aquello, pero sí de que no fui a recogerla», cuenta la escritora a ABC desde su casa en California.Como un espejo invertido, Nico -su otro hijo- protagonizó la escena contraria. «Cuando era chiquito se salió del colegio para irse caminando a la casa y se perdió . Menos mal que en aquella época vivíamos en un barrio residencial y la gente se conocía más o menos. Lo encontré en unas obras de una casa. Los obreros lo entretuvieron hasta que di con él como una hora y media más tarde. Oye, fue terrorífico», recuerda la autora de 'La casa de los espíritus' .Noticia Relacionada Entrevista estandar Si Isabel Allende: «Crecí aterrada de que mi mamá se fuera a morir» Celia Fraile GilEsos dos temores, tan distintos y tan familiares, forman las caras de la moneda que impulsa 'Perla y el Pirata' (Penguin Kids), la segunda entrega de su serie infantil protagonizada por Nico y por la versión literaria de su perra Perla, que heredó de su exmarido Willy. Y el miedo es, precisamente, lo que la llevó a escribir estos libros. «Quería tratar aquellas cosas que a los niños les dan terror o son emociones muy fuertes de las que no hablan. Porque todos hablan de que tienen miedo a la oscuridad . O al monstruo que está debajo de la cama. Pero no hablan cuando se mueren de celos por algo. Ni cuando abusan de ellos en la escuela [argumento de la primera entrega], porque da vergüenza. Ni si se enamoran, pero sufren espantosamente», explica Allende, que adelanta los argumentos de los dos próximos títulos y las anécdotas que los inspiraron.«Le mordí la oreja al chico del que me enamoré de preadolescente. Fue un momento tan erótico… Debería haberme quedado en una etapa masoquista»La primera tiene que ver con Nico y será el siguiente libro. «Mi hijo estaba locamente enamorado cuando tenía seis años . Yo no conocía a la niña, pero una Navidad me dijo que quería comprarle un regalo. Le compré un muñequito. Al día siguiente vino la chica a darme las gracias. Se llamaba Heather y tenía diecisiete años», relata divertida. A la misma edad que su hijo reconoce que ella también cayó rendida por primera vez. «Era ya entonces una bruja. Hay una foto con un pobre niñito que está sentado y estoy encima de él. Lo tenía completamente dominado, aplastado, aterrorizado …, pobre». La historia se repitió años después, ya en un colegio mixto en Bolivia. «La forma en que uno se enamoraba entonces era peleando. Nos agarramos en una pelea terrible en el patio porque dijo que yo era una chilena desgraciada. Como secuela de la guerra del Pacífico , en Perú y Bolivia tenemos pésima fama los chilenos. Entonces le pegué y él me pegó de vuelta y rodamos por el suelo. Todavía me acuerdo que le mordí la oreja. Fue un momento tan erótico… Debería haberme quedado en una etapa masoquista, sadomasoquista, pero la superé de algún modo», detalla entre risas.Insegura y solaPese al humor con el que narra estas historias, Allende lo tiene claro: «No quisiera volver a vivir un minuto de mi infancia ni de mi primera juventud». Las razones son muchas, y está convencida de que la mayoría de los niños la entienden cuando dice que era muy insegura y se sentía sola. «Como estábamos siempre cambiando de países no había ninguna continuidad. Teníamos una situación familiar difícil. Había mucha pelea en la casa. Era la única niña porque tengo dos hermanos. Creo que me sentía desplazada constantemente . En el colegio siempre fui, además, la más chica. Por edad era joven porque siempre iba un curso adelantada, pero además era muy baja. Era la última a la que iban a escoger para jugar al voleibol, por supuesto».«Si mi marido se está acostando con una rubia de piernas largas, ni me voy a enterar. No me meto en su computadora, no le espío el teléfono, no me importa lo que hace»Pese a todo nunca ha sido celosa , y quizá por eso no había abordado ese sentimiento desde la literatura hasta ahora. «La verdad es que no me fijo. Supongo que si mi marido se está acostando con una rubia de piernas largas, ni me voy a enterar. No me meto en su computadora, no le espío el teléfono, no me importa lo que hace. Además, el pobre hombre tiene 83 años, así que no sabría ni qué hacer con una rubia de piernas largas», suelta entre risas.Los celos sí atacarán a Perla en la cuarta entrega, cuando la gata de la casa, Lucy, tiene gatitos. «Mi perra es diminuta y ni te digo lo ordinaria que es, pero se cree preciosa. Ya se está poniendo vieja , tiene 10 años, va a cumplir 11. Le ha salido bigote blanco, cejas blancas y me da una pena ... Es tan fantástica e inteligente... Y muy valiente».Nuevas memoriasA sus 83 años, Allende también está acusando el paso del tiempo. Acaba de volver de una gira por Chile, Argentina y Uruguay de presentación de 'Mi nombre es Emilia del Valle' con sabor a despedida. «En las tres partes me recibieron como realeza. La gente me trató tan bien, con tanto cariño, que cuando volví a casa y dije: 'Ya llegué al tope de donde se puede llegar y ahora me retiro. No más giras, no más nada. Porque cualquier cosa que haga después de eso va a ser menos. Además está la edad, viajar me cuesta mucho y viajo apurada: estás todo el día en público, en entrevistas, en la televisión... No paras. Te vas a acostar y no puedes dormir. Tienes que tomar pastillas. Al otro día no te puedes despertar y tomas café... Ya no tengo edad para eso. Pienso que ya he hecho demasiado. Y ahora quiero escribir».«Veo pésimo EE.UU. Pero ya empieza a haber una resistencia que espero que vaya creciendo. El abuso y la corrupción son increíbles»Fiel a la tradición de comenzar un nuevo libro cada 8 de enero, la autora acaba de entregar a su agente una autobiografía que comprende sus últimos diez años. «Todavía no tengo ninguna respuesta. Me siento tremendamente insegura . Siempre me pasa cuando termino un libro porque lo he masajeado tanto que ya no lo puedo ver. No sé cómo es. Además está toda la parte íntima . Hay otras personas involucradas también. ¿Cuánto puedo decir que no me pertenece? Esa línea que hay que seguir cuidadosamente para que sea un trabajo honesto y entretenido en lo posible pero sin herir a otra gente es difícil. Está mi ex marido que murió, Willy. Están mis hijastros, hijos de él, todos drogadictos y todos murieron», detalla. No volver a subir a un avión significa no salir de Estados Unidos . No obstante, en su última visita a Madrid el pasado mes de mayo advirtió que «si las cosas se ponen de color hormiga » allí con Trump, se marcharía. Ahora, confirma que ese es el cariz que ha tomado el asunto, pero ve las cosas de manera diferente. «Lo veo pésimo. Pero ya empieza a haber una resistencia que espero que vaya creciendo. El abuso y la corrupción son increíbles. Estoy observando. Y pienso que también a mi edad, y con Roger, es difícil empezar de cero en otra parte. Cuando me fui de Chile tenía treinta y tantos años y dos niños chicos. Es muy diferente».

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