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Foto de perfil de alberto alberto · · Actualidad · eldiario.es · ·
Todos recordamos dónde estábamos y qué hicimos. Una catarsis que va componiendo un retrato de la España de entonces, de sus miedos y esperanzas, de un pueblo que no mereció ni el asalto a su democracia ni 40 años de dictadura. Y que explica en gran medida el hoy
Van surgiendo, todos a una, los relatos de cómo vivimos hace medio siglo la muerte de Franco quienes ya andábamos por estos lares. Una especie de catarsis colectiva que tiene poco de anécdota. Si se sabe ver, va componiendo un retrato de la España de entonces, de sus miedos y esperanzas, de un pueblo que no mereció ni el asalto a su democracia ni 40 años de dictadura. Y que explica en gran medida el hoy.
Todos recordamos dónde estábamos y qué hicimos. Mi marido entonces había sido nombrado director del centro de TVE en el País Vasco, con sede en Bilbao, pocos meses antes. Múltiples días, la llamada telefónica temprana equivalía a muerte. Atentado de ETA, dónde, cuántos muertos, quiénes eran. En la madrugada del 20 de noviembre, a las 5.00 creo recordar, también la hubo. “Franco ha muerto, poned la radio” (tve no emitía entonces de noche). Era el realizador del centro, la voz de otras tantas veces. Esta era diferente. Acababa la agonía del dictador. Nos había reunido cada tarde, al terminar la jornada laboral, en el Café Lepanto de Bilbao a periodistas mayores, conservadores, y algunos jóvenes. En las mejorías del enfermo invitaban ellos, en los agravamientos nos decían que pagásemos nosotros. Y, en el fondo y a pesar de todo, un intercambio fructífero de información, de experiencias profesionales.
Mi padre acababa de ser ingresado, de gravedad, en un hospital de nuestra Zaragoza natal. Le operaban a vida o muerte, fue a vida y la disfrutó muchos años más. Me conmueve recordar aquel largo trayecto en tren -con obligados transbordos-. Pasan todo tipo de ideas por la cabeza. Es curioso ver la huella que perdura de aquellos impactantes sucesos de hace medio siglo, porque ante el teclado del ordenador me siento como si siguiera en un tren que va atravesando toda la historia y en el que de vez en cuando miro por la ventana.
Al llegar a destino en Zaragoza aquel 20 de noviembre, una España compungida llena los televisores y, en cuanto se instala la capilla ardiente, colas interminables de personas que -llorando muchas de ellas- quieren darle al dictador su último adiós. Es sobrecogedor. ¿Qué nos espera? La necrofilia española no lo explica todo. Quizás, el miedo a un futuro que parece vacío, pero que algunos por supuesto saben cómo llenar. De distinta forma.
Dos días después. Juan Carlos de Borbón, se convierte en Rey de España y jefe del Estado, y sus palabras ante las Cortes franquistas, producen una sensación inquietante de entrada. Hasta entonces había hecho el papel de alguien que se entera poco de todo, aunque en absoluto era así. Sí parecía tener un cierto aire más modernizador.
“Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Francisco Franco, será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. (…) Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las funciones que asumo al servicio de la Patria”, dice. Añade que “España nunca podrá olvidar a quien como Soldado y Estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio”, y eso se ha demostrado bastante cierto, quitando los matices de por qué.
Luego brinda un alivio más esperanzador:
“Que nadie tema que su causa sea olvidada; que nadie espere una ventaja o un privilegio. Guardaré y haré guardar las leyes teniendo por norte la justicia y sabiendo que el servicio del pueblo es el fin que justifica toda mi función”. Y refuerza la importancia de la justicia, precisamente: “Es el supuesto para la libertad con dignidad, con prosperidad y con grandeza”.
Las memorias de Juan Carlos de Borbón confirman que, al menos en su afecto y reconocimiento a Franco, fue sincero. Como a tantos otros son sus obras quienes mejor explican al hoy rey emérito aún.

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