Así usaban el aceite de oliva los antiguos griegos, romanos y los primeros cristianos
0
Clanes de alberto
Selecciona un clan para abrir su perfil público.
#Historia
#Iglesia
#Arqueología
#Aceite de oliva
El análisis recoge también el papel de las instituciones cristianas en la producción y distribución del producto
El secreto del pequeño vaso de plata que desafía a uno de los mitos más famosos del Próximo Oriente
El aceite de oliva tuvo en la antigüedad un papel que iba mucho más allá de la alimentación. Según explica la historiadora Tamara Lewit, Miembro Honorario de la School of Historical and Philosophical Studies, de la Universidad de Melbourne, en un artículo publicado en The Conversation, esta sustancia fue esencial en rituales de sanación, purificación y santificación en culturas tan diversas como la hitita, la micénica, la griega, la romana y la cristiana primitiva.
Los ejemplos citados por la experta
Los primeros testimonios recogidos por Lewit proceden del imperio hitita, en la actual Turquía, donde textos del II milenio a.C. describen la unción con aceite de una madre y su recién nacido para protegerlos tras el parto. El mismo gesto aparece en otros contextos religiosos: en la antigua Siria, la sumo sacerdotisa del dios Baal era iniciada mediante una unción con “aceite fino del templo”, mientras que tablillas micénicas halladas en el palacio de Pylos registran la elaboración de aceites perfumados destinados a ser ofrecidos a los dioses. En las escrituras hebreas, el aceite servía para consagrar a sacerdotes y reyes (como David y Salomón) y para santificar objetos litúrgicos, lo que subraya su papel como sustancia consagrada.
En el mundo griego y romano, el aceite pasó a ser un elemento inseparable de la higiene y la salud. Lewit recuerda que en los baños era habitual frotar el cuerpo con aceite en lugar de jabón y retirarlo después con un strigil metálico. Para Plinio el Viejo, citado en el estudio, “el aceite es una necesidad absoluta”, y lo recomendaba como remedio para las picaduras de ortiga y como base de preparados medicinales. Los textos médicos del periodo aportan más ejemplos: Celsus aconsejaba baños templados con un poco de aceite para enfermos exhaustos, y Soranus recomendaba untar a los recién nacidos, igual que se hacía en Anatolia muchos siglos antes.
Los peregrinos usaban frascos como este para transportar aceite desde el lugar de peregrinación de Saint Menas
También para rituales
El uso ritual del aceite perfumado también aparece en las prácticas grecorromanas. Investigaciones recientes citadas por Lewit muestran que se utilizaba en ofrendas a las divinidades y en ceremonias para ungir estatuas, combinando función religiosa y dimensión sensorial. Su fragancia, su textura y su capacidad para reflejar la luz lo convertían en una sustancia adecuada para marcar la frontera entre lo humano y lo divino.
Con el desarrollo del cristianismo, estas prácticas no desaparecieron, sino que adquirieron nuevos significados. Lewit recuerda que el término Christos “ungido” resume la centralidad de la unción en las primeras comunidades cristianas. El aceite perfumado bendecido, el crisma, se empleaba para purificar y santificar. Un concilio del año 381 d.C. registró un ritual en el que quienes ingresaban desde grupos considerados heréticos eran ungidos con el crisma en la frente, los ojos, las fosas nasales, la boca y los oídos antes del bautismo. El mismo aceite se utilizaba para consagrar objetos litúrgicos y para la ordenación de sacerdotes.
El secreto del pequeño vaso de plata que desafía a uno de los mitos más famosos del Próximo Oriente
El aceite de oliva tuvo en la antigüedad un papel que iba mucho más allá de la alimentación. Según explica la historiadora Tamara Lewit, Miembro Honorario de la School of Historical and Philosophical Studies, de la Universidad de Melbourne, en un artículo publicado en The Conversation, esta sustancia fue esencial en rituales de sanación, purificación y santificación en culturas tan diversas como la hitita, la micénica, la griega, la romana y la cristiana primitiva.
Los ejemplos citados por la experta
Los primeros testimonios recogidos por Lewit proceden del imperio hitita, en la actual Turquía, donde textos del II milenio a.C. describen la unción con aceite de una madre y su recién nacido para protegerlos tras el parto. El mismo gesto aparece en otros contextos religiosos: en la antigua Siria, la sumo sacerdotisa del dios Baal era iniciada mediante una unción con “aceite fino del templo”, mientras que tablillas micénicas halladas en el palacio de Pylos registran la elaboración de aceites perfumados destinados a ser ofrecidos a los dioses. En las escrituras hebreas, el aceite servía para consagrar a sacerdotes y reyes (como David y Salomón) y para santificar objetos litúrgicos, lo que subraya su papel como sustancia consagrada.
En el mundo griego y romano, el aceite pasó a ser un elemento inseparable de la higiene y la salud. Lewit recuerda que en los baños era habitual frotar el cuerpo con aceite en lugar de jabón y retirarlo después con un strigil metálico. Para Plinio el Viejo, citado en el estudio, “el aceite es una necesidad absoluta”, y lo recomendaba como remedio para las picaduras de ortiga y como base de preparados medicinales. Los textos médicos del periodo aportan más ejemplos: Celsus aconsejaba baños templados con un poco de aceite para enfermos exhaustos, y Soranus recomendaba untar a los recién nacidos, igual que se hacía en Anatolia muchos siglos antes.
Los peregrinos usaban frascos como este para transportar aceite desde el lugar de peregrinación de Saint Menas
También para rituales
El uso ritual del aceite perfumado también aparece en las prácticas grecorromanas. Investigaciones recientes citadas por Lewit muestran que se utilizaba en ofrendas a las divinidades y en ceremonias para ungir estatuas, combinando función religiosa y dimensión sensorial. Su fragancia, su textura y su capacidad para reflejar la luz lo convertían en una sustancia adecuada para marcar la frontera entre lo humano y lo divino.
Con el desarrollo del cristianismo, estas prácticas no desaparecieron, sino que adquirieron nuevos significados. Lewit recuerda que el término Christos “ungido” resume la centralidad de la unción en las primeras comunidades cristianas. El aceite perfumado bendecido, el crisma, se empleaba para purificar y santificar. Un concilio del año 381 d.C. registró un ritual en el que quienes ingresaban desde grupos considerados heréticos eran ungidos con el crisma en la frente, los ojos, las fosas nasales, la boca y los oídos antes del bautismo. El mismo aceite se utilizaba para consagrar objetos litúrgicos y para la ordenación de sacerdotes.
Comentarios