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Foto de perfil de alberto alberto · · Feed eldiario.es · eldiario.es · 4 weeks ago · ·
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Muchos acampan y levantan refugios improvisados sobre las ruinas de sus hogares, que otros ni siquiera son capaces de localizar en medio de tanta destrucción
Los negociadores de EEUU viajan a Israel para tratar de salvar el frágil alto el fuego en Gaza
Hace una semana, cuando entró en vigor el alto el fuego en Gaza, decenas de miles de palestinos dejaron los extensos campamentos del sur para regresar a sus hogares en ciudad de Gaza y sus alrededores. Un regreso a casa impactante y duro para la mayoría.
Un mes después de que las fuerzas israelíes les ordenaran abandonar sus hogares, la carretera de la costa se llenaba de palestinos avanzando hacia el norte, casi todos a pie. Un río humano transportando las pocas pertenencias que habían logrado salvar en un desplazamiento tras otro.
Al llegar, los repatriados encontraron la desolación total. Grandes extensiones del norte habían quedado simplemente arrasadas. Ya no era posible reconocer sus hogares y sus barrios. Sus comunidades habían sido borradas del mapa.
La magnitud de la demolición ha puesto a las familias ante un dilema terrible: quedarse y buscar refugio en los restos destrozados de sus antiguos hogares o regresar a las tiendas de campaña de los campamentos en el sur, donde tienen más posibilidades de encontrar agua y comida. Una decisión que a su vez depende de otra gran incógnita: cuánto durará la tregua y si se consolidará o no como una paz duradera.
“Tenía la esperanza de regresar y encontrar mi casa en pie, pero lo que encontré fue todo lo contrario; ni siquiera reconocí la zona; todo había sido arrasado”, dice Suhair al-Absi, de 50 años, al llegar al distrito de Sheikh Radwan, en la parte norte de ciudad de Gaza. “No pude identificar los restos de mi casa porque los escombros de todas las viviendas estaban mezclados, la destrucción es inimaginable, algo que la mente no puede comprender”, añade Absi, madre de siete hijos.
Se habían aferrado a su casa hasta el último momento, cuando el ejército israelí avanzaba en septiembre por Ciudad de Gaza, supuestamente para acabar con cualquier vestigio de Hamás. “Nos fuimos cuando los tanques llegaron a la entrada de nuestro barrio, los podíamos ver desde la ventana”, recuerda Absi.
No eran solo tanques. La familia también vio cómo los “robots” volaban una casa tras otra. Eran vehículos blindados y reconvertidos, cargados de explosivos, que las Fuerzas de Defensa de Israel controlan por mando a distancia para minimizar sus bajas mientras avanzan por zonas urbanas.
“Seguimos desplazándonos de una zona a otra en el norte de Gaza; pero con los bombardeos intensificándose por horas, y con la invasión terrestre, ya no pudimos soportarlo más. En la última semana de la guerra huimos al sur de la Franja para proteger a mi familia”, dice Absi.

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