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Juan Pablo Escobar: «Netflix glorifica la historia de mi padre, yo pongo los testimonios para desactivar el mito»

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Juan Pablo Escobar: «Netflix glorifica la historia de mi padre, yo pongo los testimonios para desactivar el mito»
¿Cuántas personas han tenido una niñera llamada Guillotina? ¿Cuántas veían a loa diez años armas por todas partes y fajos de dinero tirados en los pasillos? ¿Cuántas han tenido cuidadores que en realidad eran sicarios y tanto jugaban contigo a juegos de mesa como mataban después a sus enemigos? Esa es la infancia que vivió Juan Pablo Escobar , el hijo del archifamoso Pablo Escobar , y que ha publicado un cómic para explicar su inverosímil historia. «Muchos han querido glorificar la figura de mi padre, como si fuera una historia de éxito, pero es todo lo contrario. Yo era millonario, con millones de dólares tirados en los pasillos de casa , pero teniendo que comer una sopa rancia cada día porque no teníamos libertad de ir a comprar nada», comenta Escobar.Después de producir documentales para explicar la verdadera cara de su padre, de escribir ensayos y libros de no ficción sobre su figura y el legado que dejó, ahora ha querido adentrarse en su propia historia y explicar lo que él vivió de niño. El resultado es 'Escobar, una educación criminal' (Norma Editorial), con guion de Pablo Martín Fariña y arte de Alberto Madrigal. «Recuerdo que era un padre ausente y presente al mismo tiempo. Aunque él no estuviese en casa, oculto en la selva, me escribía una carta cada semana diciéndome que no me preocupase si oía bombas, que él estaba bien. También me enviaba cintas de audio donde me compartía canciones. Así que sentía su presencia, aunque no estuviese físicamente allí conmigo», recuerda.Eso sí, los momentos en que sí podía estar con él, los guarda con cariño. «Era curioso, porque intentaba educarme en valores. Al mismo tiempo que me decía que debía respetar a la gente, y que tenía que decir gracias y por favor, él era un terrorista que iba matando a gente. Siempre tuvo esa doble vertiente de padre y mafioso. Y una vez me dijo que la cocaína es un veneno y que nunca me atreviese ni a probarla. Y cuando el rey de la cocaína te dice algo así, le haces caso», recuerda Escobar. En total, tuvo unos quince sicarios de su padre que se encargaron de cuidarlo, jugar con él y protegerlo. De ellos, sólo dos continúan vivos, ocultos, oficialmente dados por muertos, lo que demuestra que la vida del crimen no paga nunca. « Cada día te hablaban de los que habían muerto. Era una auténtica masacre. Pero aquellos bandidos eran como mi familia. Me protegían, me salvaron la vida incontables de veces y aunque creí entre muerte y violencia, siempre se ocuparon de mí. Estoy contento de que el único que está vivo y tengo contacto me ha dicho que se ha visto reflejado en el libro», dice Escobar.Liberarse del yugo del apellido Escobar no ha sido fácil y todavía le lastra. «No es justo, debería ser al revés, que culpasen de los pecados de los hijos a sus padres, pero a mí me ha pasado al revés. He perdido muchas oportunidades porque no querían tener nada que ver con el hijo de un narcotraficante, y menos de alguien tan famoso como mi padre. Es curioso, porque hay más noticias sobre él ahora que cuando estaba vivo y mataba a gente», asegura.Diálogo con 150 familias de las 10.000 víctimas de EscobarOtra de las motivaciones del cómic ha sido intentar desmitificar la figura de su padre, cada vez más santificada por series y películas de ficción. «Netflix ha glorificado su historia y yo sólo pretendo dar testimonio de la imagen real y nada envidiable de su figura. La vida de mi padre es lo contrario a un ejemplo de éxito. Sí, era millonario, pero nunca tuvo la libertad para vivir como quería. Y hay que recordar que murió a los 44 años . A veces veo a jóvenes con un tatuaje de la cara de mi padre en la pierna y pienso que no conocen bien su historia», aclara Escobar.Lo peor de esos años, recuerda, era la incertidumbre y la violencia perenne en la que vivía instalado. Cada día podía ser el último y era difícil establecer vínculos con nadie porque al día siguiente podían decirte que acababan de matarle. « Yo no podía soñar en un futuro, no tenía ese lujo . Al mismo tiempo, esa sensación de que todo podía saltar por los aires en un segundo, te hacía estrechar más los lazos con los que sí tenías cerca. Aquellos bandidos eran mi familia. No quería hacer una apología del delito, pero si reflexionar sobre lo que significaba vivir una infancia así», asegura el hijo de Pablo Escobar.Noticia Relacionada estandar Si La herida abierta del sangriento ataque al Palacio de Justicia de Bogotá Poly MartínezTras la muerte de su padre, el imperio cayó inmediatamente y desde entonces ha intentado resurgir de sus escombros. Al menos ha hablado con 150 familias víctimas directas de la violencia ejercida por su padre, la única vía de sanación que conoce. «El único camino de reconciliación es el diálogo, siempre desde el respeto, la humildad y la sanación. Hay que superar el odio, la venganza y el resentimiento», explica. Lo que tiene clarísimo es que la prohibición por vía militar del tráfico no es la adecuada para acabar con el problema de las drogas en Colombia. «Cuando vivía mi padre, el cultivo de la cocaína estaba limitado a 80.000 hectáreas. Hoy día hay 300.000. Vamos a peor. Ahora no hay carteles, hay auténticas corporaciones. La escala ha aumentado por mil», concluye.

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