Clanes de alberto
Selecciona un clan para abrir su perfil público.
#Memoria Histórica
#Exhumaciones
#Fosas del franquismo
En octubre del año 2000 Emilio Silva impulsó la primera exhumación con métodos científicos al buscar a su abuelo y otras 12 víctimas en Priaranza del Bierzo (León), un punto de inflexión que provocó un efecto dominó entre quienes tenían a familiares desaparecidos
Cómo saber qué pasó con tu abuelo: el mejor buscador de represaliados del franquismo lo llevan voluntarios
A Emilio Silva le cambió la vida un giro fortuito de agenda a última hora. Era marzo del 2000 y él viajaba por El Bierzo haciendo entrevistas para escribir una novela sobre guerrilleros durante la dictadura cuando una frase imprevista se cruzó en su camino: “Yo sé dónde está la fosa en la que está enterrado tu abuelo”, le dijo el antifranquista Arsenio Marcos. Aquella conversación no formaba parte del plan inicial porque, tras la entrevista, Emilio debería haber asistido a la reunión que había agendado con otro opositor a la dictadura. Sin embargo, este le canceló la cita por un contratiempo personal, por lo que la charla con Marcos se alargó más de lo previsto.
“Si aquel hombre no hubiera tenido ese problema familiar aquella tarde probablemente hoy yo no estaría hablando contigo”, dice Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) al otro lado del teléfono. Quizá no estaríamos hablando y quizá él tampoco hubiera hecho todo lo posible para intentar sacar a su abuelo, Emilio Silva Faba, de debajo de la tierra. La exhumación, iniciada un 21 de octubre de hace 25 años en Priaranza del Bierzo (León), fue la primera en la que se usaron métodos científicos para buscar a víctimas del franquismo y se convirtió en un punto de inflexión que rompió un silencio impuesto durante décadas.
“Yo lo que quería era enterrarlo con mi abuela y volver a mi vida de periodista. Pensé que iba a regresar a la casilla de salida antes de encontrar la fosa, pero todo fue imparable”, explica Silva, que recuerda que desde entonces hubo “mucha gente” que empezó a interesarse por el proceso y a pedir ayuda para buscar a sus familiares desaparecidos. En 2002 hubo “un pequeño boom mediático” tras la exhumación de otra fosa en Piedrafita de Babia, también en León, y ese verano “yo ya estuve cinco o seis horas diarias hablando por teléfono con personas” que querían saber cómo recuperar a sus muertos.
El abuelo de Emilio Silva, Emilio Silva Faba, era militante de Izquierda Republicana. Fue asesinado el 16 de octubre de 1936
El día en que Arsenio Marcos le habló a Emilio de la fosa de su abuelo, le llevó hasta allí. Era una pequeña parcela a la entrada de Priaranza, en el kilómetro 8 de la carretera comarcal, y en ella habían sido enterrados su abuelo y otros 12 republicanos de Villafranca del Bierzo asesinados el 16 de octubre de 1936 por pistoleros falangistas. Sin embargo, poco de aquello se sabía en su casa, donde “apenas se hablaba” de lo ocurrido, un trauma familiar que hizo que el dolor, el silencio y el miedo se fueran heredando. Sin embargo, el impulso de Emilio hizo que un tío suyo también se involucrara en el proceso hasta que lograron el permiso del Ayuntamiento para exhumar.
De remover la tierra con las manos a un equipo completo
Antes, Emilio ya había contado su historia en el periódico La Crónica de León, en la que publicó un artículo titulado “Mi abuelo también fue un desaparecido” que llegó a las manos de Julio Vidal, arqueólogo territorial de la provincia que se ofreció a dirigir los trabajos junto a la antropóloga forense Encina Prada. Según cuenta Silva, Vidal “conocía perfectamente” la zona porque su madre había nacido en Priaranza e incluso “recordaba que cuando era niño él y sus amigos pasaban corriendo por allí porque sabían que había muertos debajo”.
Entre los profesionales a los que Vidal y Prada llamaron para sumarse al proyecto estaba el antropólogo forense Francisco Etxeberria, que ha participado en numerosas exhumaciones de fosas de la Guerra Civil y el franquismo. “Lo de Priaranza se considera un hito porque se utilizaron todos los recursos de las disciplinas que se usan hoy para exhumar, entre ellos la historia, la arqueología, la antropología y la genética”, señala Etxeberria, que celebra que Vidal “tuviera el mérito de no mirar para otro lado y desempeñar un papel que hoy ni siquiera juegan muchas instituciones”.
Cómo saber qué pasó con tu abuelo: el mejor buscador de represaliados del franquismo lo llevan voluntarios
A Emilio Silva le cambió la vida un giro fortuito de agenda a última hora. Era marzo del 2000 y él viajaba por El Bierzo haciendo entrevistas para escribir una novela sobre guerrilleros durante la dictadura cuando una frase imprevista se cruzó en su camino: “Yo sé dónde está la fosa en la que está enterrado tu abuelo”, le dijo el antifranquista Arsenio Marcos. Aquella conversación no formaba parte del plan inicial porque, tras la entrevista, Emilio debería haber asistido a la reunión que había agendado con otro opositor a la dictadura. Sin embargo, este le canceló la cita por un contratiempo personal, por lo que la charla con Marcos se alargó más de lo previsto.
“Si aquel hombre no hubiera tenido ese problema familiar aquella tarde probablemente hoy yo no estaría hablando contigo”, dice Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) al otro lado del teléfono. Quizá no estaríamos hablando y quizá él tampoco hubiera hecho todo lo posible para intentar sacar a su abuelo, Emilio Silva Faba, de debajo de la tierra. La exhumación, iniciada un 21 de octubre de hace 25 años en Priaranza del Bierzo (León), fue la primera en la que se usaron métodos científicos para buscar a víctimas del franquismo y se convirtió en un punto de inflexión que rompió un silencio impuesto durante décadas.
“Yo lo que quería era enterrarlo con mi abuela y volver a mi vida de periodista. Pensé que iba a regresar a la casilla de salida antes de encontrar la fosa, pero todo fue imparable”, explica Silva, que recuerda que desde entonces hubo “mucha gente” que empezó a interesarse por el proceso y a pedir ayuda para buscar a sus familiares desaparecidos. En 2002 hubo “un pequeño boom mediático” tras la exhumación de otra fosa en Piedrafita de Babia, también en León, y ese verano “yo ya estuve cinco o seis horas diarias hablando por teléfono con personas” que querían saber cómo recuperar a sus muertos.
El abuelo de Emilio Silva, Emilio Silva Faba, era militante de Izquierda Republicana. Fue asesinado el 16 de octubre de 1936
El día en que Arsenio Marcos le habló a Emilio de la fosa de su abuelo, le llevó hasta allí. Era una pequeña parcela a la entrada de Priaranza, en el kilómetro 8 de la carretera comarcal, y en ella habían sido enterrados su abuelo y otros 12 republicanos de Villafranca del Bierzo asesinados el 16 de octubre de 1936 por pistoleros falangistas. Sin embargo, poco de aquello se sabía en su casa, donde “apenas se hablaba” de lo ocurrido, un trauma familiar que hizo que el dolor, el silencio y el miedo se fueran heredando. Sin embargo, el impulso de Emilio hizo que un tío suyo también se involucrara en el proceso hasta que lograron el permiso del Ayuntamiento para exhumar.
De remover la tierra con las manos a un equipo completo
Antes, Emilio ya había contado su historia en el periódico La Crónica de León, en la que publicó un artículo titulado “Mi abuelo también fue un desaparecido” que llegó a las manos de Julio Vidal, arqueólogo territorial de la provincia que se ofreció a dirigir los trabajos junto a la antropóloga forense Encina Prada. Según cuenta Silva, Vidal “conocía perfectamente” la zona porque su madre había nacido en Priaranza e incluso “recordaba que cuando era niño él y sus amigos pasaban corriendo por allí porque sabían que había muertos debajo”.
Entre los profesionales a los que Vidal y Prada llamaron para sumarse al proyecto estaba el antropólogo forense Francisco Etxeberria, que ha participado en numerosas exhumaciones de fosas de la Guerra Civil y el franquismo. “Lo de Priaranza se considera un hito porque se utilizaron todos los recursos de las disciplinas que se usan hoy para exhumar, entre ellos la historia, la arqueología, la antropología y la genética”, señala Etxeberria, que celebra que Vidal “tuviera el mérito de no mirar para otro lado y desempeñar un papel que hoy ni siquiera juegan muchas instituciones”.
Comentarios