Sánchez no da abasto en sacar sus tradicionales comodines y, en estos días de máxima actualidad sobre la presunta corrupción que cerca a su partido y a su entorno familiar, insiste en sacar sus cortinas de humo para desviar la atención. El aborto es uno de sus preferidos y ayer volvió a arremeter contra la Comunidad de Madrid por negarse a elaborar una lista de «objetores de conciencia» entre los médicos que se niegan a esta práctica. A cuenta de esto, Sánchez acusó a Ayuso de derivar «el 99 por ciento de las interrupciones voluntarias del embarazo a clínicas privadas». Como siempre, Sánchez mantiene un idilio con el truco y el equívoco, pues Madrid costea el cien por cien de esos abortos que se practican en la sanidad privada, y olvida de que asumió, sólo el año pasado, 2.000 que le enviaba la Administración socialista de Castilla-La Mancha. No criticó tampoco a Barbón por no llegar ni al 3 por ciento de abortos en la sanidad pública asturiana, lo que confirma la espesura de la cortina de a humo.
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