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Políticos culturetas

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Foto de perfil de alberto alberto · · Actualidad · abc.es
Políticos culturetas
Pedro Sánchez sujeta los libros con la misma soltura que las gafas de presbicia, esas que tiene desde hace años, pero que solo saca a relucir en ocasiones especiales, como se hacía antes con los relojes buenos. El presidente del Gobierno es ya una estrella emergente de TikTok, donde cada fin de semana se pluriemplea como prescriptor cultural y recomienda una canción y una lectura: la comunicación política es la epopeya más trepidante del siglo XXI, y la crisis de los cincuenta una odisea íntima en la que un hombre perdido no deja de preguntarse en medio de la nada '¿por dónde se vuelve?' y luego descubre que estaba en el salón de su casa con la luz apagada, tal vez escuchando Radio 3.En los vídeos culturetas de Sánchez hay algo acartonado, como en todo lo que sucede en campaña electoral, pero también se vislumbra una verdad tímida, discreta, que es la vuelta del prestigio de la letra impresa: están volviendo tantas cosas que ya nadie sabe nada del futuro... Después de años lamentando la muerte de la lectura por culpa de las series, que monopolizaban las conversaciones de ascensor y las cenas más o menos cordiales, los libros han ido recuperando el terreno del postureo, que siempre fue su reino. Según las encuestas del Ministerio de Cultura, más del sesenta por ciento de los españoles aseguró haber leído al menos un libro el año pasado. Da igual si mienten o no: el caso es que la mayoría de los españoles creen que es mejor decir que has leído algo a confesar que lo suyo es más la cerveza que la literatura, como dijo Vito Quiles. En otras palabras: María Pombo es una minoría.Parece que el capital cultural, real o fingido, vuelve a cotizar alto. Ahí tenemos al 'perfomative reader', ese hombre quizás mitológico que finge leer en espacios públicos o en las redes sociales para aumentar así su atractivo sexual. Es una buena noticia para la industria: para fingir leer hay que comprar libros. Y es una buena noticia para los humanistas: bajo esa hipocresía barata late una idea antigua, y es la de que hay algo valioso en las páginas de un libro o en los versos de un poema escrito en una lengua muerta, aunque no lo entendamos. Lo que no está claro es qué supone todo esto para los políticos. A ver qué hacen cuando descubran que los culturetas no ganan elecciones. Ni ligan tanto.

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