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Mazón acudió al Congreso para hacer de Mazón: un tipo sin escrúpulos, resistente a la crítica y con una relación oblicua con la verdad. Hay que tener mucho cuajo y muy poca vergüenza para declarar que, ante una emergencia de tal envergadura y una comida con sobremesa de cuatro horas, aún se permitió un garbeo por Valencia y esconder su móvil en la mochila
Mazón justifica en el Congreso su estancia en El Ventorro: “Nada hubiera cambiado si hubiera llegado antes al Cecopi”
Le llamaron inútil, psicópata, mala persona, mentiroso, incapaz, inhumano, homicida, miserable e indolente. Y no se inmutó. Le dijeron que “ojalá pague con cárcel lo que ha hecho”. Y no se alteró. Le hicieron responsable directo de la muerte de 229 personas. Y no se conmovió. 
Carlos Mazón acudió este lunes al Congreso para comparecer ante la comisión de investigación sobre la dana para hacer de Carlos Mazón: de un tipo sin escrúpulos, resistente a cualquier crítica y con una relación ciertamente oblicua con la verdad. Pero hasta para mentir hay que tener buena memoria, y él no la tuvo. Bien es cierto que en su caso no hay retentiva que arregle a estas alturas sus embustes. Todo lo que dice empeora cualquier versión anterior.
Resulta que ahora sobre el misterio de los 37 minutos que transcurrieron desde que salió del restaurante El Ventorro, tras almorzar con la periodista Maribel Vilaplana, hasta que llegó al Palau de la Generalitat, dice que se dio un paseo. Hay que tener mucho cuajo y muy poca vergüenza para declarar que, ante una emergencia de tal envergadura y una comida con sobremesa de cuatro horas, aún se permitió el garbeo.  
Hay que ser muy caradura también para defender encima que metió el teléfono móvil en la mochila, y que por eso no escuchó la llamada que recibió de su consejera de Emergencias a las 19.11 horas mientras caminaba por el centro de Valencia. Y luego añadir que solo bebió agua y vino; que no pasó por su casa a cambiarse de ropa; que simplemente se quitó la chaqueta y se puso un suéter que llevaba en la misma mochila donde lanzó despreocupado el móvil porque tenía frío y porque total “nada hubiera cambiado si hubiera llegado antes al Cecopi” (sic). Después del “iban a morir igual” que soltó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en referencia a los ancianos que vivían en residencias y fallecieron durante la pandemia en la Comunidad de Madrid como consecuencia de los llamados protocolos de la vergüenza no se había escuchado algo tan infame.
Sí que hubiera cambiado algo. Hubiera habido menos muertos porque con una alerta temprana a los valencianos les hubiera dado tiempo para refugiarse de las riadas. La jueza de Catarroja que investiga el caso lo escribió negro sobre blanco en sus autos: “Los daños materiales no se podían evitar, pero las muertes, sí” y la “palmaria ausencia de avisos a la población” pudo causar “el abrumador número de muertos” que originó la tragedia.
La comparecencia de Mazón, que será probablemente su última intervención institucional, fueron tres horas y media de preguntas de los portavoces parlamentarios que no obtuvieron respuestas, pero sí nuevas versiones que añaden un capítulo más al hiriente currículum de un gobernante que jamás estuvo a la altura de la dignidad del cargo que aún hoy ocupa en funciones. Tampoco merece mantener el acta de parlamentario que conserva para seguir aforado porque sabe que, tarde o temprano, lo sentarán en el banquillo de los acusados
Cuando llegue ese momento, al menos, no podrá parapetarse en evasivas, ni culpar a la Aemet, a la Confederación Hidrográfica del Júcar, al Gobierno de España o a quien haga falta, como hizo este lunes, sin que ningún diputado de los que le interpelaba le preguntara cómo es posible que presuma de ser el único que ha asumido responsabilidades políticas si no es culpable de nada.
Más allá de que la Justicia determine si debe o no afrontar un castigo penal, en términos éticos y políticos no hay discusión que valga porque Mazón no estuvo donde debía, porque no atendió la emergencia, porque no escuchó las llamadas, porque ignoró las alertas, porque se permitió dar un paseo en medio de la tragedia y porque, un año después, aún no ha pedido perdón de forma explícita y sin ambages o matizaciones a las víctimas. Este lunes, tampoco. Y aún dice que de cuando en cuando tiene algún desvelo. Lo que sorprende es que pueda algún día conciliar el sueño.
#DANA #Congreso de los Diputados #Carlos Mazón #Comisión de Investigación

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