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En 'El oro negro de Franco' (Crítica), los dos investigadores relatan cómo la Standard Oil y Texaco apuestan, saltándose la política de no intervención, por el bando sublevado y, junto con el apoyo de Hitler y Mussolini, son fundamentales para decantar el curso de la guerra
Torkild Rieber y Walter C. Teagle son nombres mucho menos trascendentales para la historia del siglo XX europeo que los de Adolf Hitler y Benito Mussolini. Pero sin ninguno de los cuatro, Francisco Franco habría tenido mucho más difícil haber ganado la Guerra Civil. “La República ya estaba perdida en septiembre de 1936”, explica el historiador Ángel Viñas, que acaba de publicar un libro a cuatro manos con el economista e ingeniero Guillem Martínez Molinos, titulado El oro negro de Franco (Crítica), donde analizan la importancia decisiva en el devenir de la Guerra Civil de los envíos de petróleo y combustible desde EEUU a las tropas sublevadas.
“Primero llegaron los envíos de la Standard Oil, de Nueva Jersey, y, en noviembre de 1936, se firma la novación del contrato con Texaco, que empieza a mandar combustible a partir de enero de 1937”, relata Martínez Molinos.
En un momento en el que la guerra ya requería de combustible para los barcos, los aviones y los vehículos de combate, el acceso a los derivados del petróleo fue fundamental para decantar la guerra. Y ahí el bando sublevado contó con la complicidad de dos personajes poco conocidos en la historia de España, pero que resultaron decisivos: los principales ejecutivos de Standard Oil y Texaco, Walter C. Teagle y Torkild Rieber.
Tanto Teagle como Rieber desafiaron las políticas de no intervención de Franklin Delano Roosevelt y optaron por ayudar al bando franquista, del mismo modo que lo hicieron la Alemania nazi y la Italia fascista. “En España se produce la primera gran alianza del fascismo y el nazismo”, relata Viñas: “Hasta entonces, se habían producido declaraciones de simpatía entre ambos, pero la cooperación real entre ambos no se produce hasta la Guerra Civil española”.
Franco y Hitler durante la entrevista de Hendaya, en 1940.
Standard Oil fue la primera, pero Texaco fue más decisiva. De acuerdo con la investigación de Viñas y Martínez, Texaco llegó a ejercer tareas de espionaje a favor del bando franquista.
“La República tenía perdida la guerra desde el mes de septiembre, es axiomático”, prosigue Viñas. “Se prolongó la guerra, la República resistió casi tres años, pero tenía todo el mundo en contra. Desde que los ingleses la abandonaron, y la abandonaron rapidísimamente, todo estaba ya perdido. Y eso la República lo sabía. Lo que pasa es que, ¿qué hacer? Pues resistir, a ver si los ingleses veían la cosa más clara o no, pero no la vieron más clara. Tenían su idea del apeasement [apaciguamiento], que fue terrible”.
Pero, en todo caso, las pulsiones personales tuvieron tanta importancia como las decisiones de Estado, como en la ayuda de Standard Oil y Texaco. “Fue más adecuado a la ideología de los capitostes de esas empresas, eso está claro”, explica Martínez. Y tercia Viñas: “Hemos ido explorando las conexiones de esa gente con la Alemania nazi y en parte con la Italia fascista y se creó un círculo demoledor. Gracias a los papeles de Guillem y a los que yo tenía y a los que hemos ido recopilando, hemos podido completar de una manera bastante sólida el juego que se trabó en torno a la guerra a favor de Franco”.
“El gran protagonista acabó siendo el capitán de buque Rieber, de la Texaco. Que fue el que tuvo un enamoramiento. Todos perseguían el business, tanto Rieber, que era el más importante, como el que hemos nosotros sacado del olvido, que era Teagle. Los dos fueron tremendos capitanes de empresa, de la Standard de New Jersey, la que había sido de Rockefeller, y el de la Texaco”, relata Martínez Molinos.
#Guerra Civil Española #Francisco Franco

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