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Un 'mikvé', elemento fundamental de la cultura hebrea, se puede observar en la preciosa localidad de Besalú, en la provincia de Girona
El santuario catalán erigido sobre un risco a casi 2km de altura
Son muchos los turistas y viajeros que se dejan impresionar por el puente de Besalú, en la provincia de Girona, toda una joya arquitectónica. Pero, muy cerca de dicho puente, también se encuentra otro gran vestigio digno de admirar. Y es que se trata de un conjunto histórico y artístico medieval considerado uno de los mejor conservados de Catalunya. Se trata de baños judíos, conocidos como el mikvé, un elemento fundamental de la cultura hebrea y uno de los más interesantes que se conservan en Europa. El mikvé, que en hebreo significa “agua viva” o baños de purificación, se erigía como la joya de la ciudad, un tesoro que fácilmente nos transporta al pasado de Sefarad.
Este recinto excepcional debe su conocimiento, eso sí, a la mismísima casualidad. Y es que fue descubierto fortuitamente en 1964 por un vecino durante unas obras, cuando se pensaba que el lugar era una bodega. Para certificar su autenticidad como mikvé, tuvieron que desplazarse expertos, incluyendo al rabino Mordoc de Perpiñán y al rabino Chilli de París. El hallazgo es de gran rareza: el mikvé de Besalú fue el único recinto de baños judíos descubierto en la península Ibérica hasta 2014. Y, según la mayoría de expertos en la cuestión, es también uno de los cuatro mikvé que se conservan de este estilo en toda Europa. De ahí que el edificio esté protegido y declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
Para acceder al agua hay que descender 36 escalones
Arquitectónicamente, el mikvé es una sala subterránea de estilo románico. Está construido con piedra tallada y consta de una bóveda de cañón y una piscina central. Se cree que esta estructura data de finales del siglo XII. La estructura posee detalles técnicos cruciales para su función ritual: La cámara mide 5,5 metros por 4,5 metros, conteniendo una piscina de 2,5 metros por 1,5 metros. Para acceder a la piscina, el visitante debe descender hasta 36 escalones. La ley judía establece que el agua debe ser “totalmente libre,” es decir, no estancada, y debe provenir de una fuente natural de agua en circulación. Es por ello que se encuentra a gran profundidad. La piscina requiere una capacidad mínima de 40 sahas, y en el tercer escalón, se puede ver el agujero que canalizaba el agua.
La función esencial del mikvé es la purificación del alma o purificación espiritual a través de la inmersión completa del cuerpo. El ritual purificador consiste en descender los últimos siete escalones y sumergirse tres veces (Nayim). La inmersión es el último paso para aquellos que se convierten al judaísmo, y debe realizarse en baños íntegros que permitan la inmersión total. La ley judía, cabe recordar, determina quiénes y en qué momentos se deben utilizar estos baños rituales. Tradicionalmente, las mujeres eran obligadas a purificarse en varias ocasiones a lo largo de su vida. Esto incluía la inmersión tras la menstruación, durante el embarazo o después del parto.
La inmersión en el mikvé era un ritual íntimo de gran relevancia para las novias judías días antes de casarse. Por su parte, los hombres muy religiosos solían purificarse los viernes para preparar el sabbat (sábado), el día dedicado a Yahvé. Algunas tradiciones judías, como el baño después del sacrificio de un animal, han dejado de practicarse en la actualidad. Sea como fuere, la luz natural que entra por la estrecha ventana al este de la bóveda y sus reflejos en el agua dibujan una escena de gran belleza hipnótica.
Todo un barrio
El mikvé se encuentra en el corazón del barrio judío de la preciosa localidad gerundense, concretamente en el emplazamiento de la antigua sinagoga, el edificio más importante para la comunidad, cuyos restos del muro datan de 1264 y que era el centro de la aljama donde se realizaban la oración, el estudio y la lectura de la Torá. Los judíos habitaron el barrio junto al río Fluvià de Besalú durante más de cinco siglos y parte de su patrimonio ha perdurado hasta la fecha. Se establecieron en el Condado de Besalú a partir del siglo IX y vivieron en las calles principales, hasta que fueron obligados a residir únicamente en lo que posteriormente sería la judería y que hoy se puede visitar. El barrio judío de Besalú, que es muy atractivo para cualquiera que lo visite, llegó a albergar una parte importante de la población de la comarca de la Garrotxa, en Girona, con una comunidad que en su momento estuvo integrada por unas 160 personas. 

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