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Regresa al Prado Juan Muñoz, el escultor que robó todo lo que pudo de la Historia del Arte

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Regresa al Prado Juan Muñoz, el escultor que robó todo lo que pudo de la Historia del Arte
Irreverente y siempre libre . Decía que la 'Dama de Baza' era tan importante para él como un tubo de neón (en clara alusión a Dan Flavin). ¿Convencimiento o mera 'boutade'? Genio y figura, Juan Muñoz , el artista madrileño que, justo cuando alcanzó la gloria con 'Double Bind' (su Capilla Sixtina) en la Sala de Turbinas de la Tate Modern (templo de la modernidad), un aneurisma (que no entiende de genios) se llevó su vida (corta pero intensa) y su talento (que fue mucho) aquel nefasto 28 de agosto de 2021. Estaba con su familia en su casa de Santa Eulalia (Ibiza). Le bastaron 48 años para alzarse como uno de los artistas españoles más influyentes del arte contemporáneo y uno de los más singulares. En la explanada de Goya del Prado, 'Trece riéndose unos de otros', de Juan Muñoz Belén DíazSon muchas las exposiciones que se le han dedicado dentro y fuera de España en estos años, pero esta es muy especial. Madrileño hasta la médula , pero ciudadano del mundo, solía acudir al Prado a ver las pinturas de los grandes maestros, en busca de inspiración. Y vaya si la hallaba. Quién iba a decirle que un día se mediría de tú a tú con ellos en sus salas. ¿Estaría sorprendido de ver aquí sus obras? Vicente Todolí , exdirector de la Tate Modern, que lo conoció en 1982, y comisario de la muestra, recuerda que un día Juan le dijo a alguien: «Soy artista y pronto oirás hablar de mí» . «Lo tenía clarísimo», dice Todolí.Noticias relacionadas reportaje Si Hallan el expediente matrimonial La boda de la hija de Velázquez: estupro, 'secuestro' y excomunión Natividad Pulido estandar Si El Prado instala de forma permanente en una de sus salas la capilla Herrera de Carracci Natividad PulidoSu 'apropiacionismo' («robo todo lo que puedo de la historia del arte» confesó) fue muy democrático: el Renacimiento, el Manierismo, el Barroco; Goya y Velázquez, Bernini y Borromini, Zurbarán, esculturas griegas y romanas como el 'Laocoonte', el Antiguo Egipto (en 'Figuras con narices rotas' coge prestada para sus figuras una 'cabeza verde' egipcia del siglo IV a.C.)... Fue una esponja y aprendió de todos ellos, pero logró hacer una escultura figurativa con sello propio, que no se parece a ninguna otra. Y eso que le interesaba más la pintura que la escultura. Pero no todo le gustaba. « Nunca sentí un verdadero interés por Salvador Dalí ni por Joan Miró y eso que los dos son españoles», dijo. Además, le molestaban los artistas minimal, por su actitud puritana, calvinista. Cultísimo, además del arte se nutrió de otras fuentes, como el cine, el teatro y la literatura. En la galería central del museo, 'Escena de conversación III', de Juan Muñoz Belén Díaz'Juan Muñoz. Historias de arte' , que puede visitarse hasta el 8 de marzo de 2026, no solo ocupa las salas C y D del edificio Jerónimos, sino que se expande más allá. El recorrido, que se presenta como un pase o , se inicia antes de entrar al Prado, en la explanada de Goya , donde ha instalado 'Trece riéndose unos de otros', de la Colección Juan Muñoz Estate. Encargo de Todolí, fue la última pieza que creó . Murió tres semanas antes de instalarse en un bulevar de Oporto. Varios hombres ríen mientras uno parece empujar a otro. La fina línea que separa la risa del sufrimiento, la diversión del dolor, es clara influencia de los 'Disparates' y las 'Pinturas negras' de Goy a . Ya ayer esta instalación era 'carne de selfis' de los turistas. Como curiosidad, iban a ser doce figuras, pero el artista decidió incluir la número trece: Armando, su casero y chófer en Oporto. En la escalera de Murillo cuelga una figura de Juan Muñoz suspendida del techo Belén DíazEn la escalera de Murillo , cuelgan dos figuras suspendidas del techo . Están basadas en una obra de Degas ('Miss La La en el Cirque Fernando'), pero también en las dramáticas estampas de 'Los Desastres de la Guerra' de Goya. En la galería central , 'Escena de conversación III' de Juan Muñoz se halla frente a 'El jardín del amor', de Rubens . Y la pequeña (de estatura) Sara , de puntillas, parece jugar al billar frente a las mismísimas 'Meninas' en la sala 12 , pero en realidad se mira a sí misma en una caja de luz con un juego de espejos, emulando al que planteaba Velázquez en su obra maestra. A ambos les interesaba el acto de mirar lo que te está mirando. Los ecos de Velázquez y Goya son constantes en el trabajo de Juan Muñoz y en la exposición. Para Miguel Falomir, director del Prado , son quizás más evidentes los del primero por ese carácter lúdico, aunque el escultor dijo a Adrian Searle: «Admiro profundamente a Goya y hasta cierto punto a Velázquez» . Otro grande de la escultura del siglo XX, Richard Serra, confesó que se hizo escultor tras admirar 'Las Meninas'. Esculturas de Juan Muñoz, en la sala C del edificio Jerónimos del Prado Belén DíazRemiten a Velázquez obras de Juan Muñoz como 'Cinco figuras sentadas' y figuras con displasia ósea, como George y Sara, que evocan a los bufones velazqueños . Y remiten a Goya trabajos como 'El viaje de invierno', en el que un personaje está montado a hombros de otro (los 'Caprichos'). 'Escena de conversación III' está relacionada con uno de los 'Disparates' ('Los ensacados')... En las salas de exposiciones, piezas emblemáticas de Juan Muñoz, como 'The Prompter': un apuntador en un escenario teatral con un suelo óptico. Decía Juan Muñoz que «quería crear una casa de la memoria , la mente que nunca se ve pero que siempre está ahí«. También, 'Escena de conversación' (uno de sus retratos colectivos) o 'La naturaleza de la ilusión visual' (un grupo de figuras de rasgos asiáticos frente a una cortina que es un trampantojo). 'Cinco figuras sentadas', de Juan Muñoz, obra que remite a 'Las Meninas' Belén DíazJuan Muñoz es un narrador de historias, un ilusionista, un prestidigitador . En un montaje muy teatral, las salas están concebidas como estancias, habitaciones, momentos congelados , nos explica Todolí. Están presentes todas sus obsesiones : tambores (conectan con Buñuel y la tamborrada de Calanda, y con 'El tambor de hojalata', de Günter Grass), ventrílocuos, saltimbanquis y el circo, balcones (metáforas de mirar aquello que te mira, remiten a Goya y a Manet), suelos ópticos (evocan las arquitecturas de Borromini), espejos, figuras con rasgos asiáticos (con rostros idénticos, pero gestos individualizados), la magia, el teatro, los juegos de azar... Un pasillo con algunos de los libros de su biblioteca en unas vitrinas (John Ashbery, Gombrich, Harbison, Ortega y Gasset, Valeriano Bozal...) nos conduce a la sala D , donde nos metemos en la cabeza de Juan Muñoz : sus dibujos sobre tela de gabardina («dibujar es un placer -decía Juan Muñoz-. Una tarea solitaria y muy hermosa. Siempre dibujo») y un gabinete de curiosidades donde hay fetiches eróticos, bocas, labios, elementos fálicos... 'La naturaleza de la ilusión visual', de Juan Muñoz: figuras de rasgos asiáticos frente a una cortina que es un trampantojo Belén Díaz«Este museo fue para él la prolongación de su estudio, un laboratorio, un campo de experimentación », apunta Alfonso Palacio, director adjunto del Prado. Juan Muñoz es el primer artista contemporáneo en exhibir su trabajo en la sala 12 del Prado, pero no el único. Pudimos ver antes a Giacometti , no considerado contemporáneo sino moderno. En la etapa Falomir han expuesto Fernando Zóbel y Sigmar Polke. Con Miguel Zugaza ya lo hicieron Richard Hamilton, Thomas Struth, Eduardo Arroyo, Cy Twombly o Cai Guo-Qiang. Se veía feliz a Cristina Iglesias , viuda de Juan Muñoz y autora de las flamantes puertas del edificio de la ampliación de Moneo en el Prado, que expone actualmente en La Pedrera de Barcelona. Llegaba este lunes al Prado acompañada por sus hijos, Lucía y Diego (una fotocopia de su padre). Todos ellos forman parte del estate que vela por el legado del artista y que se ha implicado en este proyecto. Vecino en la calle Donoso Cortés del crítico de arte Santiago Amón , que le dio clases particulares a finales de los 60, Juan Muñoz, radical en todo , irrumpió fulgurantemente en el mundo del arte. Y eso que iba para arquitecto. «Nunca pidió permiso a nadie para nada» , dice Todolí. Sus obras, dice, «son un misterio insondable, son pertinentes, su significado nunca se agota».  

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